lunes, 16 de junio de 2025

¡Cuento escrito ✍ por mí! #63

 UN VERANO EN ESTACA DE BARES

CUENTO BREVE


Me llamo Vera González, tengo 35 años y soy corresponsal en Irak. Mi cabello es castaño oscuro, largo y siempre lo llevo recogido para no molestarme en el campo de batalla. Mis ojos son verdes intensos, reflejo de la pasión que siento por contar historias y descubrir nuevas culturas. Mi piel, ligeramente bronceada por los largos días bajo el sol del desierto, contrasta con mi carácter fuerte y decidido. Vivo en Barcelona, pero ese verano decidí escapar a Galicia para desconectar y reencontrarme conmigo misma.

Era un día gris y lluvioso cuando llegué a Estaca de Bares, un rincón mágico en Lugo. La brisa marina me acariciaba la cara mientras caminaba por el faro, uno de los monumentos más emblemáticos del lugar. Allí conocí a Paolo Granati, un profesor universitario italiano de 36 años, con una sonrisa cálida y ojos azules que parecían contener mil historias. Su cabello rubio y su barba bien cuidada le daban un aire intelectual y cercano al mismo tiempo.

Desde el primer momento, hubo una chispa entre nosotros. Compartimos una tarde hablando sobre historia y cultura en un pequeño café con vistas al Atlántico. Él me contó sobre sus investigaciones en historia medieval europea, mientras yo le relataba mis experiencias en Irak. La conexión fue instantánea; nos reímos con complicidad y nos sorprendimos descubriendo cuánto teníamos en común.

Lo que más me gustaba de Paolo era su pasión por aprender y su forma de escucharme con atención. Él admiraba mi valentía para vivir en zonas peligrosas, y yo encontraba en su serenidad un refugio que necesitaba desesperadamente. Nos enamoramos lentamente, como las olas que besan la orilla una y otra vez.

Decidimos explorar juntos los monumentos del pueblo: la iglesia románica de Santa María de Estaca de Bares, con sus frescos antiguos y su campanario que parecía tocar el cielo; las ruinas del castro celta donde se pueden imaginar las vidas pasadas; y el faro, símbolo de guía y esperanza. Desde allí, contemplamos el mar infinito, sintiendo cómo el viento nos envolvía con promesas de nuevos comienzos.

Una noche, bajo un manto estrellado, nos prometimos no dejar que la distancia nos separara. Sabíamos que nuestro amor había nacido en ese rincón mágico del mundo, pero también que podía crecer más allá de sus límites físicos.

Hoy sé que aquel verano cambió mi vida para siempre. Encontré en Estaca de Bares no solo paisajes impresionantes sino también a alguien con quien compartir mi alma. Y aunque pronto volveré a Irak o a Valencia, llevo conmigo la certeza de que el amor puede florecer incluso en los lugares más inesperados. Porque a veces, basta con un verano para encontrar tu destino junto a quien realmente amas.

FIN

Escrito por Jessica Bao Perez.

El lunes, 16 de junio de 2025.

En Badalona.

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