lunes, 16 de junio de 2025

¡Cuento escrito ✍ por mí! #62

 UN VERANO EN O BARQUEIRO

CUENTO BREVE

 

Me llamo Vega Rodríguez, tengo 34 años y soy meteoróloga. Mi cabello es castaño oscuro, largo y siempre lo llevo suelto, y mis ojos son de un verde intenso que reflejan mi pasión por la naturaleza. Soy alta, delgada y me gusta vestir con comodidad, especialmente cuando viajo. Vivo en Portugal, pero ese verano decidí escaparme a Galicia para desconectar y disfrutar del mar y la tierra que tanto amo.

El día que llegué a O Barqueiro, el pueblo parecía sacado de un cuento: casas de piedra, calles estrechas y el aroma a salitre en el aire. Allí conocí a Luiggi Tintoretti, un físico italiano de 36 años con una sonrisa cálida y ojos azules como el océano. Su cabello rubio y rizado caía sobre sus hombros, y su piel bronceada reflejaba las horas que pasaba al sol investigando en la playa o en su laboratorio.

Nos encontramos por casualidad en la pequeña plaza del puerto, mientras ambos admirábamos las embarcaciones tradicionales. La conversación fluyó naturalmente; él me habló de su trabajo en física cuántica, yo le compartí mi pasión por la meteorología. La chispa fue instantánea. Nos reímos recordando nuestras anécdotas más divertidas y compartimos historias sobre nuestros países.

A medida que pasaban los días, nos fuimos enamorando entre paseos por la playa de Las Catedrales, donde las formaciones rocosas parecen castillos mágicos; visitas al faro de Estaca de Bares, desde donde se divisa toda la costa gallega; y tardes en los cafés del puerto, donde degustamos mariscos frescos acompañados de vino local. Cada rincón del pueblo parecía estar impregnado de nuestro cariño naciente.

Lo que más me gustaba de Luiggi era su curiosidad insaciable y su forma de ver el mundo con optimismo. Él admiraba mi pasión por entender los fenómenos atmosféricos y siempre buscaba aprender algo nuevo sobre mí. Yo apreciaba su paciencia y esa manera tan especial que tenía de hacerme reír incluso en los momentos difíciles.

Una tarde decidimos subir juntos al Monte de San Roque para contemplar toda la bahía. Desde allí, vimos cómo el sol se ocultaba tras las montañas, pintando el cielo con tonos anaranjados y rosados. En ese instante, nos miramos a los ojos y supimos que nuestro verano había sido solo el comienzo de algo mucho más grande.

Al despedirnos al final del verano, prometimos mantener viva esa chispa a pesar de la distancia. Y así fue: seguimos en contacto, planeando nuevas visitas y soñando con volver a encontrarnos en aquel pequeño paraíso gallego donde nació nuestro amor.

Y ahora, cada vez que recuerdo aquel verano en O Barqueiro, siento una sonrisa cálida en el corazón porque fue allí donde descubrí que el amor puede florecer entre mares y montañas, entre dos almas abiertas a lo desconocido.

FIN

Escrito por Jessica Bao Perez.

El lunes, 16 de junio de 2025.

En Badalona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario