UN VERANO EN VERÍN
CUENTO BREVE
Me llamo Flor de
La Vega, tengo 36 años y soy la directora de tecnología en una empresa en
Córdoba. Soy de estatura media, con cabello castaño oscuro que llevo a menudo
en una coleta práctica, ojos verdes que reflejan mi curiosidad y una sonrisa
que suele ser cálida pero reservada. Mi carácter es analítico y apasionado por
la innovación, aunque también disfruto de los pequeños placeres de la vida.
Este verano
decidí escapar del calor cordobés y viajar a Galicia, un lugar que siempre me
había fascinado por su historia y su belleza natural. En Verín, conocí a
Martiño Soussas, un periodista deportivo de Lugo. Tiene 39 años, piel clara,
ojos azules intensos y cabello rubio cortado en un estilo desenfadado. Es alto,
con una presencia tranquila y una sonrisa sincera que transmite confianza. Su
pasión por el deporte y su interés genuino por las historias humanas me
cautivaron desde el primer momento.
Nos encontramos
en la plaza mayor de Verín, rodeados de casas antiguas con fachadas de piedra y
balcones llenos de flores. La conversación fluyó rápidamente; compartíamos
historias sobre nuestras vidas, sueños y pasiones. Martiño me contó sobre su
trabajo cubriendo eventos deportivos en toda Galicia, mientras yo le hablé de
mi trabajo en tecnología y mi amor por los viajes.
A medida que
pasaban los días, nos fuimos viendo más seguido. Una tarde decidimos visitar el
Castillo de Monterrei, una fortaleza medieval que domina el paisaje con sus
muros imponentes y torres almenadas. Desde allí, se podía ver el río Támega
serpenteando entre colinas verdes. Nos quedamos en silencio unos instantes,
admirando la vista; fue como si el tiempo se detuviera.
Otra mañana
exploramos las termas romanas de Ourense, donde el vapor subía entre las
piedras antiguas y el agua caliente invitaba a relajarse. Nos reímos al
intentar sumergirnos en las piscinas termales sin resbalar demasiado. En esos
momentos sencillos descubrí cuánto disfrutaba su compañía: su sentido del
humor, su interés genuino por lo que yo decía y esa forma tranquila de mirarme
que me hacía sentir especial.
Lo que más me
gustaba de Martiño era su sinceridad y esa pasión por contar historias que
tanto admiraba en él. Él valoraba mi independencia y mi entusiasmo por la
tecnología, pero también apreciaba mi sensibilidad.
El día que nos
despedimos en la estación de trenes de Verín fue emotivo. Nos prometimos
mantenernos en contacto y volver a encontrarnos pronto. Cuando partí hacia
Córdoba, sentí que había dejado algo hermoso allí: no solo Galicia sino también
un corazón abierto a nuevas experiencias.
Ahora sé que
aquel verano cambió algo dentro de mí: aprendí a abrirme más a los sentimientos
y a confiar en las conexiones humanas. Y aunque la distancia nos separa
físicamente, guardo con cariño cada recuerdo nuestro juntos en ese rincón
mágico llamado Verín.
Y así terminó
nuestro verano lleno de descubrimientos, risas y promesas… ¡Un verano que nunca
olvidaré!
FIN
Escrito
por Jessica Bao Perez.
El lunes,
16 de junio de 2025.
En Badalona.

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