UN VERANO EN TARRAGONA
CUENTO BREVE
Mi nombre es Mar
Castaño, tengo 37 años y soy entrenadora personal. Soy de estatura media, con
cabello castaño oscuro, liso y siempre recogido en una coleta práctica. Mis
ojos son verdes intensos, reflejo de mi energía y determinación, y mi piel
ligeramente bronceada por los años en A Coruña. Soy una persona activa,
apasionada por el bienestar y la vida al aire libre, y en ese verano decidí
escapar a Tarragona para desconectar y recargar energías.
Fue en una tarde
calurosa cuando conocí a Edu Vilafranca, un socorrista de 35 años con una
sonrisa cálida y ojos azules que transmitían confianza. Tiene cabello rubio
corto y rizado, y una complexión atlética que refleja su trabajo en la playa.
Vive en Jaén, pero ese verano había llegado a Tarragona para un curso de
salvamento acuático. Nos encontramos por casualidad en la playa, mientras ambos
buscábamos sombra y un poco de descanso del sol abrasador.
Desde el primer
momento, la conversación fluyó con naturalidad. Compartimos nuestras historias,
pasiones y sueños. A Edu le gustaba mi energía y mi entusiasmo por la vida, y
yo me sentí atraída por su calma y su sentido del humor. Lo que más me cautivó
de él fue su mirada sincera y su forma de escuchar, con atención y una sonrisa
que parecía entender todo.
Durante los días
siguientes, decidimos explorar juntos los monumentos y rincones de Tarragona.
Visitamos el Anfiteatro Romano, con sus columnas y arcos que parecen susurrar
historias antiguas. Desde allí, la vista del mar y la ciudad era impresionante,
y en ese escenario sentí que algo especial empezaba a crecer entre nosotros.
También paseamos por la Catedral de Tarragona, admirando su fachada gótica y
sus detalles artísticos, y caminamos por las calles estrechas llenas de
historia y vida. En la Rambla Nova, entre cafés y risas, compartimos momentos
de complicidad y alegría.
Una tarde, en
una terraza con vistas al mar y la ciudad iluminada por el atardecer, nos
miramos y supimos que algo más que amistad había surgido entre nosotros. La
magia del verano nos había unido en un instante único, y ambos decidimos no
dejar que esa historia terminara allí. Nos prometimos mantenernos en contacto,
y aunque nuestros caminos nos llevaban a diferentes lugares, el corazón de cada
uno quedó marcado por ese verano en Tarragona.
Cuando llegó el
momento de despedirnos, nos abrazamos con fuerza, con la esperanza de volver a
encontrarnos. Y así, entre recuerdos felices y sueños compartidos, nuestra
historia de amor empezó a escribirse, demostrando que el verano en Tarragona no
solo dejó huellas en nuestros corazones, sino también el inicio de un hermoso
camino juntos.
Escrito por Jessica Bao
Perez.
El miércoles, 4, de junio
de 2025.
En Badalona.

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