martes, 27 de mayo de 2025

¡Cuento escrito ✍ por mí! #50

 UN VERANO EN VILAFAMÉS

CUENTO BREVE

 

Me llamo Abril Mendoza, tengo 35 años y soy psicóloga. Mi aspecto externo refleja una presencia tranquila y acogedora: cabello castaño claro, ondulado y a veces recogido en un moño desordenado; ojos marrones cálidos que transmiten empatía; piel clara con un toque de pecas en la nariz. Internamente, soy una persona sensible, reflexiva y apasionada por entender las emociones humanas, siempre buscando ofrecer calma y apoyo a quienes me rodean.

Miquel Badia también tiene 35 años, es dietista. Es alto, con una complexión atlética que denota energía y salud. Su cabello negro, corto y peinado con sencillez, enmarca unos ojos verdes profundos que reflejan su entusiasmo por la vida. Internamente, Miquel es un hombre optimista, dedicado a promover hábitos saludables y con un corazón generoso que se preocupa sinceramente por los demás.

Nos conocimos en Vilafamés durante un verano que parecía sacado de un cuento. Yo había llegado para desconectar del bullicio de la ciudad y buscar inspiración en ese pueblo medieval lleno de encanto. Miquel estaba allí por motivos profesionales, ayudando a organizar un taller sobre alimentación saludable para los habitantes del lugar. La primera vez que cruzamos miradas fue en la plaza mayor, donde compartimos una sonrisa al ver cómo ambos admirábamos la belleza del casco antiguo.

Lo que más me atrajo de Miquel fue su pasión por la vida y su forma tan natural de contagiar entusiasmo. Él decía que le gustaba mi serenidad y esa capacidad mía para escuchar sin juzgar. A mí me conquistó su sencillez, su humor espontáneo y esa mirada sincera que parecía entender mis pensamientos más profundos.

Un día decidimos explorar juntos el castillo de Vilafamés, una fortaleza medieval que domina el pueblo desde lo alto. Desde sus murallas se podía apreciar toda la comarca: campos verdes salpicados de olivos y naranjos, montañas azules en la distancia y el cielo despejado. Caminamos entre las ruinas, tocando las piedras antiguas mientras Miquel me contaba historias sobre los antiguos defensores del castillo. Luego descendimos hacia las calles empedradas donde las casas blancas con puertas azules nos invitaban a perdernos entre sus callejuelas estrechas.

Otra tarde visitamos la iglesia de Santa María, admirando sus vitrales coloridos y el retablo barroco que relucía bajo la luz del sol filtrada por los cristales. Nos sentamos en un pequeño café cercano a degustar horchata fresca mientras conversábamos sobre nuestras vidas, sueños y pequeños detalles cotidianos que nos hacían sentir cercanos.

El verano en Vilafamés fue como un sueño hecho realidad: paseos por senderos rodeados de naturaleza, tardes en terrazas disfrutando del silencio solo roto por risas o el canto de los pájaros, noches bajo las estrellas compartiendo confidencias. Lo que más valoré fue cómo cada momento nos acercaba más, creando una conexión auténtica e intensa.

Al final del verano, cuando llegó el momento de despedirnos, prometimos mantener vivo ese vínculo especial que habíamos descubierto allí. Y así fue: meses después decidimos dar el paso y comenzar una relación a distancia que pronto se convirtió en algo mucho más fuerte y profundo.

Hoy sé que aquel verano en Vilafamés no solo me regaló momentos inolvidables sino también el amor verdadero con alguien cuya compañía llena cada día de alegría y sentido. Porque cuando dos almas se encuentran en un lugar mágico como Vilafamés, nada puede separarlas realmente.

FIN 

 Escrito por Jessica Bao Perez.

El martes, 27, de mayo de 2025.

En Badalona.

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