martes, 27 de mayo de 2025

¡Cuento 🖋 escrito por mí! #49

 UN VERANO EN CASTELLÓN

CUENTO BREVE

 

Me llamo Paula Hostalric, tengo 34 años y soy terapeuta sentimental. Mi cabello castaño oscuro, largo y siempre algo despeinado, enmarcaba un rostro de ojos verdes intensos que reflejaban mi sensibilidad. Mi piel era clara, con algunas pecas que aparecían en verano, y mi sonrisa sincera solía ser mi mejor carta de presentación. Aunque trabajo en una ciudad grande, siempre llevo conmigo la pasión por entender las emociones humanas y ayudar a quienes lo necesitan.

Marc González tiene 35 años, es pediatra. Su aspecto exterior es atlético, con una estatura imponente y cabello rubio cortado al estilo militar. Sus ojos azules brillan con una calidez que invita a confiar, y su sonrisa franca revela un carácter amable y protector. Internamente, Marc es un hombre dedicado, con un corazón generoso y una paciencia infinita para los niños y sus familias.

Nos conocimos en Castellón durante un verano que cambió nuestras vidas. Yo había llegado para unas semanas de descanso y terapia en la playa; él estaba allí por un congreso médico. La primera vez que nos cruzamos fue en la terraza de un café junto al mar, donde compartimos una charla sobre la belleza del Mediterráneo y la importancia de escuchar a los demás.

Lo que más me atrajo de Marc fue su sinceridad y esa forma tan natural de escuchar. Él decía que le gustaba cómo podía abrirse conmigo sin miedo a ser juzgado. Por su parte, a mí me conquistó su sentido del humor y esa mirada profunda que parecía entender mis pensamientos más ocultos.

Un día decidimos explorar juntos el centro histórico de Castellón. Caminamos por las calles estrechas llenas de historia: visitamos la Concatedral de Santa María, admirando sus vitrales coloridos y su impresionante retablo barroco; luego nos perdimos entre las callejuelas donde las casas blancas contrastaban con los azulejos azules en las fachadas. En la Plaza Mayor, nos sentamos en una banca a contemplar el castillo de Santa María desde abajo, mientras el sol poniente teñía el cielo de tonos anaranjados.

Otra tarde recorrimos el Museo de Bellas Artes, donde quedé maravillada con las obras del siglo XV; Marc se interesó especialmente por las esculturas medievales. Nos reímos mucho intentando descifrar los símbolos ocultos en los cuadros antiguos y compartiendo historias sobre nuestras vidas.

El verano pasó volando entre paseos por la playa, cenas bajo las estrellas y conversaciones interminables. Lo que más disfrutaba era sentir cómo nuestras almas se acercaban cada día más, como si el mar mismo nos hubiera unido en ese rincón mágico.

Finalmente, cuando llegó el momento de despedirnos, prometimos mantener viva esa chispa especial que habíamos encendido en Castellón. Y así fue: meses después, nuestras ciudades distintas dejaron de ser una barrera cuando decidimos comenzar una relación a distancia que pronto se convirtió en algo mucho más fuerte.

Hoy sé que aquel verano fue solo el comienzo de nuestro hermoso camino juntos. Porque cuando dos corazones se encuentran en un lugar tan especial como Castellón, no hay distancia ni tiempo que puedan separarlos.

FIN 


Escrito por Jessica Bao Perez.

El martes, 27, de mayo de 2025.

En Badalona.

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