jueves, 22 de mayo de 2025

¡Cuento 🖋 escrito por mí! #44

 UN VERANO EN ASTORGA

CUENTO BREVE

 

Me llamo Nuria Jiménez, tengo 36 años y soy magistrada. Soy de estatura media, con cabello castaño oscuro que llevo siempre recogido en un moño elegante, y ojos marrones profundos que reflejan mi serenidad y determinación. Internamente, soy una persona meticulosa, apasionada por la justicia y con un carácter fuerte pero sensible, que valora la honestidad y la cultura.

Joaquín Ferrer tiene 35 años y es abogado. Es alto, con cabello rubio ligeramente ondulado y ojos azules que parecen tener un brillo travieso. Su sonrisa franca y su presencia tranquila transmiten confianza. Internamente, Joaquín es inteligente, empático y divertido; disfruta de las conversaciones profundas tanto como de las risas espontáneas.

Nos conocimos en Astorga durante un verano que parecía sacado de un cuento. Yo había llegado allí para asistir a un congreso sobre derecho y cultura, pero pronto descubrí que lo que realmente quería era desconectar del bullicio de la ciudad y sumergirme en la historia y el encanto de esa pequeña joya leonesa. Joaquín también estaba allí por motivos similares: buscaba inspiración en los monumentos históricos y en el ambiente tranquilo del lugar.

La chispa surgió en una visita conjunta a la Catedral de Astorga, donde admiramos sus impresionantes muros románicos y su impresionante fachada gótica. Nos quedamos absortos ante los vitrales coloridos que filtraban la luz del sol, creando un mosaico de colores en el suelo. Luego paseamos por el Palacio Episcopal diseñado por Gaudí, maravillados por su arquitectura única y sus detalles artísticos. En cada rincón compartíamos miradas cómplices y risas nerviosas, sintiendo cómo se estrechaba nuestro vínculo.

Lo que más me gustaba de Joaquín era su pasión por la historia y su forma de ver el mundo con optimismo. Lo que él apreciaba en mí era mi seguridad y mi interés genuino por aprender cosas nuevas. Nos complementábamos perfectamente: él me enseñaba a relajarme, a disfrutar del momento; yo le mostraba la belleza en las pequeñas cosas cotidianas.

Una tarde decidimos visitar el Museo de los Caminos, donde se exhiben objetos relacionados con las rutas jacobeas. Mientras caminábamos entre reliquias antiguas y mapas medievales, Joaquín tomó mi mano sin previo aviso. Sentí cómo mis mejillas se sonrojaban al notar su toque cálido. Desde ese instante supimos que algo especial había nacido entre nosotros.

El verano pasó volando entre paseos por las calles empedradas del casco antiguo, cenas en terrazas con vistas a la muralla medieval y largas conversaciones bajo el cielo estrellado desde lo alto del mirador del Castillo de los Templarios. Cada momento fue una aventura llena de magia y complicidad.

Finalmente, cuando llegó el día de partir, nos despedimos con una promesa silenciosa: volver a encontrarnos pronto. Joaquín me miró a los ojos y dijo:

- Este verano ha cambiado todo para mí-.

Yo le respondí con una sonrisa:

- Para mí también-.

Desde entonces, nuestras vidas se han cruzado más allá de Astorga, llevando en el corazón aquel verano inolvidable. Y así terminó nuestro verano en Astorga —un cuento breve lleno de amor inesperado— donde descubrimos que las historias más hermosas nacen en los lugares más sencillos pero llenos de historia y alma.

FIN 

Escrito por Jessica Bao Perez.

El jueves, 22, de mayo de 2025.

En Badalona.

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