UN VERANO EN ARNADO
Cuento breve
Mi nombre es Sofía Miralles,
tengo 33 años y soy policía foral. Soy de estatura media, con cabello castaño
oscuro que llevo a menudo en una coleta práctica, y ojos verdes que reflejan mi
determinación. Internamente, soy una persona apasionada por la justicia y la
naturaleza, con un corazón abierto y una sonrisa fácil que oculta cierta
timidez.
Toni Terrassa tiene 35 años y es
campesino en Arnado, una pequeña aldea de montaña en León. Es alto y robusto,
con piel bronceada por el sol y ojos azules profundos que parecen contener
historias antiguas. Su cabello rubio y rizado siempre lleva despeinado por el
viento del campo. Internamente, Toni es amable, trabajador y tiene un sentido
del humor contagioso; su amor por la tierra se refleja en cada gesto.
Nos conocimos en Arnado durante
un verano que parecía sacado de un cuento. Yo había llegado allí para
investigar unos delitos menores relacionados con el turismo rural, pero pronto
me di cuenta de que lo que realmente necesitaba era desconectar y respirar aire
puro. Toni me ayudó a entender los secretos del campo: cómo sembrar, cómo
cuidar las ovejas, cómo escuchar el silencio de la montaña.
Al principio, nuestras
conversaciones eran cortas y formales, pero poco a poco nos fuimos descubriendo
en pequeñas cosas: su risa contagiosa cuando le conté alguna anécdota de la
ciudad, mi interés genuino por su vida sencilla pero llena de significado. Lo
que más me gustaba de Toni era su autenticidad; él valoraba la honestidad y la
sencillez tanto como yo valoraba la justicia.
Una tarde decidimos visitar los
monumentos del pueblo: la iglesia románica del siglo XII con sus frescos
desgastados por el tiempo, el antiguo molino de agua junto al río donde
solíamos sentarnos a hablar, y las ruinas del castillo medieval desde donde se
podía ver toda la comarca extendiéndose ante nosotros. En cada uno de esos
lugares sentí cómo nuestro vínculo se fortalecía, como si las piedras antiguas
guardaran nuestros secretos.
El verano avanzó rápidamente
entre paseos por senderos rodeados de encinas y castaños, noches bajo las
estrellas compartiendo historias y risas. Una noche especial, mientras
contemplábamos el cielo estrellado desde lo alto del castillo en ruinas, Toni
tomó mi mano con suavidad. Sentí cómo mi corazón latía con fuerza; en ese
momento supe que había encontrado algo más que amistad.
Regresé a la ciudad con el
corazón lleno de recuerdos hermosos y una promesa silenciosa de volver. Pero
antes de partir, Toni me miró a los ojos y dijo:
- Este verano ha cambiado todo
para mí-.
Y yo le respondí sonriendo:
- Para mí también-.
Desde entonces, nuestras vidas se
han entrelazado más allá de las montañas de Arnado. Y así terminó nuestro
verano mágico en esa pequeña aldea leonesa —un verano en el que descubrimos que
el amor puede florecer incluso en los rincones más inesperados—.
FIN
Escrito por Jessica Bao
Perez.
El jueves, 22, de mayo
de 2025.
En Badalona.

No hay comentarios:
Publicar un comentario