UN VERANO EN BERLÍN
CUENTO BREVE
Me llamo Lola Anglada, tengo 36
años y soy fiscal. Soy de estatura media, con cabello castaño oscuro y ojos
intensos que reflejan mi pasión por la justicia. Mi carácter es fuerte y
decidido, pero también tengo un lado sensible que pocos conocen. Mi interior
está lleno de determinación y un deseo constante de hacer lo correcto.
Joan Puigcercós tiene 35 años y
es juez. Es alto, con cabello rubio y ojos azules que parecen tener mil
historias. Su sonrisa es cálida y su presencia, tranquila y segura. Es una
persona que transmite confianza y empatía, con un corazón noble y una mente
brillante.
Vivimos en ciudades distintas,
pero nuestras vidas se cruzaron en Berlín, en un verano que cambió todo. Nos
conocimos en un pequeño café cerca de la Puerta de Brandemburgo, donde
compartimos una charla sobre casos y leyes, pero pronto descubrimos que había
algo más allá de lo profesional. La magia de Berlín nos unió en un instante, y
desde entonces, cada momento juntos fue una aventura.
Una tarde, decidimos visitar el
Reichstag. Al subir a la cúpula, la vista de la ciudad nos dejó sin aliento:
Berlín extendiéndose en un mosaico de historia y modernidad, con el río Spree
serpenteando entre los edificios. Nos quedamos allí, en silencio, admirando la
belleza del lugar y sintiendo que el tiempo se detenía solo para nosotros.
Luego, caminamos por el Memorial
del Holocausto, donde las losas de hormigón formaban un laberinto de memoria y
respeto. La solemnidad del lugar nos hizo reflexionar sobre la historia y la
importancia de luchar por la justicia, algo que ambos compartimos
profundamente.
Lo que más me gusta de Joan es su
sensibilidad y su forma de escuchar, siempre con interés genuino. Él admira mi
pasión por defender la ley y mi fuerza interior, pero también valora mi
capacidad de ser vulnerable cuando la ocasión lo requiere. Nos complementamos
en cada mirada y en cada palabra, creando un vínculo que parecía destinado a
ser.
Al final de nuestro verano en
Berlín, nos dimos cuenta de que no queríamos separarnos. Decidimos mantener
viva esa chispa, prometiéndonos volver a encontrarnos, sin importar la
distancia. Y así, con el corazón lleno de esperanza y amor, nos despedimos en
la estación, sabiendo que nuestro verano en Berlín había sido solo el comienzo
de una historia que aún tenía mucho por escribir.
FIN
El sábado, 24, de mayo
de 2025.
En Badalona.

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