La noche del 31 de octubre, todos los gallegos apreciamos esta fecha desde mucho antes de que, a casi todos los lares, se exportara la celebración del Halloween, en su versión estadounidense, como si fuera originaria de aquel territorio. Y es que aquí el Samaín forma parte de la tradición más enraizada y enxebre de nuestra tierra.
1 El Samaín
El Samaín fue el origen de todo. En gaélico, Samhain
significa «fin del verano», pues los antiguos celtas lo celebraban en ese
momento de transición del estío al invierno. Esta celebración milenaria tiene
lugar cada año, durante la noche que va del 31 de octubre al 1 de noviembre, en
una de esas fechas en las que se cuenta que es más fácil transitar entre dos
mundos: el de los vivos y el de los muertos.
2 El Año Nuevo celta
El Samaín configuraba el Año Nuevo celta. Los pueblos celtas
consideraban que el año estaba dividido en dos partes: una oscura, que se inicia
en la noche de Samaín, y una clara, que se empieza en la noche de Walpurgis, con
la fiesta de Beltane, entre el 30 de abril y el 1 de mayo. No obstante, es la
de Samaín el inicio de todo, cuando el verano moría y comenzaba el invierno.
3 Rituales druídicos del Samaín
Eran los druidas los encargados de celebrar la fiesta celta
para honrar a los ancestros, a través de numerosos ritos. Cuentan las leyendas
que recogían en los bosques más apartados bayas de muérdago durante esa noche,
para lo que utilizaban una hoz sagrada forjada en oro. Con ellas, preparaban
pócimas y ungüentos, y vaticinaban sobre el futuro de las cosechas y de la
aldea. Uno de los rituales que ha llegado hasta nosotros, y cuyos resultados
auguraban el futuro, es el de coger manzanas, que se ha transformado en el
apple bobbing de Halloween. Consiste en sumergir varias de estas frutas en un
caldero con agua y ser capaz de agarrarlas con la boca.
4 Las hogueras
Durante esta jornada, los druidas también apilaban ramas
sagradas y encendían al atardecer hogueras en diferentes puntos del poblado,
para ahuyentar a los malos espíritus y guiar a los difuntos en su camino.
Algunas personas se cubrían con pieles de animales, máscaras, etc. para
despistar a los espíritus y los fantasmas, lo cual daría lugar a la costumbre
de disfrazarse que se mantiene en la actualidad durante tal noche. La tradición
del fuego se conservó en las aldeas gallegas, cuando durante esta noche se
encendían hogueras con ramas de tejo o de serbal que luego se utilizaban para
encender las lareiras (chimeneas).
5 Las calaveras
Mucho antes de que en las huertas gallegas hubiera
calabazas, en Samaín las poblaciones célticas cogían las calaveras de sus
enemigos muertos en la batalla y los iluminaban, para colocarlos en los muros
de los castros. Posteriormente, a pesar de la llegada del cristianismo, que lo
declaró una festividad pagana, en Europa los pueblos de origen céltico
continuaron con la tradición del Samaín.
6 Las calabazas
Entre aquellos pueblos que conservaron sus tradiciones, como
los irlandeses, la noche de Samaín vaciaban los nabos y en el hueco interno
colocaban carbón ardiente para alumbrar el regreso de los difuntos al mundo de
los vivos, con la intención de recibirles y, a la vez, protegerse de los malos
espíritus. Con la aparición de las calabazas, comenzaron a vaciarse estas para
esculpir en ellas calaveras que dieran miedo, colocando una vela en su
interior, para espantar a los malos espíritus en la noche que transita entre el
verano y el invierno.
7 El mundo de las hadas
Hadas, trasgos y todo tipo de seres feéricos pueden caminar
entre nosotros durante el Samaín, ya que está abierta la puerta entre dos
mundos. Por ello en las aldeas, se cerraban las casas a cal y canto y no se
abría a nadie. Se decía que, en caso de osar hacerlo, si el visitante era un
hada, la suerte bendeciría a los que estuvieran bajo ese techo durante todo el
año siguiente, pero si se trataba de un trasgo, la mala suerte caería
irremediablemente sobre ellos.
8 La Santa Compaña
Entre las tradiciones, mitos y leyendas de Galicia, el de la
Santa Compaña hunde sus raíces en esta noche. La comitiva de difuntos, a la que
dirige una persona viva, camina en completo silencio con largos cirios que
iluminan los lugares por los que pasan. Todos han de guardarse de encontrarse
con esta procesión. El condenado que las guía solo se verá libre de tal
maldición cuando le pase el testigo de tal desgracia a otro.
9 La cena de difuntos
En Galicia, en esta fecha, era habitual que la mesa no se
recogiera después de cenar, por si las ánimas de los fallecidos acudían a
visitarnos durante la noche y les acuciara el hambre. Además, se dejaba la
chimenea encendida para que no pasaran frío. No era la única madrugada en la
que esto sucedía, ya que también había costumbre de hacerlo durante la
Nochebuena.
10 Jack O’Lantern
El Samaín llegó a Estados Unidos durante los siglos XVIII y
XIX, a causa de los numerosos emigrantes escoceses e irlandeses que partieron
hacia América, llevando con ellos su cultura y tradición. De ahí proviene el
nombre actual de Halloween, pues tal denominación tiene su origen en el término "All Hallows Eve", la vigilia que se celebraba la noche anterior al Día de
Difuntos. Las culturas entonces se entremezclaron y se incluyó en esta
celebración la leyenda negra de Stingy Jack, un irlandés que la noche de un 31
de octubre se cuenta que se tropezó con el mismo Diablo, y a quien terminaría
conociéndose como Jack O’Lantern. Ese mismo término acabó utilizándose como
nombre común para referirse a las calabazas que se decoran en Halloween.
11 «Truco o Trato»
El famoso «truco o trato» (trick or treat) que tanto ha
popularizado el Halloween estadounidense, y que hemos visto reflejado infinidad
de veces en el cine, también tiene su origen en el mundo celta. Cuenta la
tradición que los druidas iban la noche del 31 de octubre de casa en casa
pidiendo comida para honrar a sus dioses, por lo que ni siquiera lo que muchos
consideran una costumbre americana lo es.
12 El Día de los Muertos
Tal y como ha pasado con infinidad de celebraciones paganas,
el cristianismo terminó instaurando en esos días sus propias festividades, para
absorberlas del todo. A la mañana siguiente del Samaín, se celebra así el Día
de Todos los Santos, en el que se recuerda a las personas fallecidas que están
en el Paraíso, según indica el calendario litúrgico de la Iglesia Católica,
festividad que se estableció alrededor del siglo X.
Pero, además de ello, la tradición católica instauró poco tiempo después el Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre), en el que sí se recuerda también a aquellos que no están en el Paraíso y permanecen en el Purgatorio, coincidiendo con la fecha en la que en México se celebraba ya el Día de los Muertos, otra fiesta pagana de origen prehispánico.

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