lunes, 3 de noviembre de 2025

¡¡5a Novela breve 🖋 escrita por mí!!

¡¡Espero que os guste y la disfrutéis!!


BAJO LA LLUVIA DE ESTAMBUL

NOVELA BREVE

 


 

PRIMERA PARTE
Bajo la lluvia de Estambul

 

El sonido de la lluvia contra los tejados viejos siempre le recordaba a Selim que los secretos no se borran, solo se diluyen con el tiempo. Llevaba diez años sin volver a esa ciudad, y aun así, el olor a café tostado y jazmín lo recibió como un antiguo amante.

Ella seguía allí. Aylin.

La pintora que había prometido esperarlo cuando partió a Londres, la que le escribió cada semana hasta que, de repente, sus cartas dejaron de llegar.

Selim regresó con la excusa de una exposición, pero la verdad era otra: quería respuestas. Y cuando la vio, en el umbral de aquella galería donde las paredes estaban cubiertas de cuadros suyos, entendió que el tiempo no había hecho más que esconder la verdad entre las sombras de la pintura.

 

Los ojos de Aylin brillaron con una mezcla de sorpresa y miedo.

—No debiste volver —dijo ella, casi sin voz.

—Y tú… nunca me dijiste por qué dejaste de escribir.

La respuesta llegó en forma de una carta vieja, amarillenta, que ella guardaba en su delantal de trabajo. No era de ella. Era de su padre. Un poderoso coleccionista que había jurado destruir a cualquiera que se interpusiera entre su hija y el futuro que él planeaba.

Selim comprendió que aquel amor no murió: fue ocultado. Y bajo la lluvia de Estambul, entre los ecos de los tranvías y el olor a pan recién hecho, ambos decidieron que era hora de escribir una nueva historia —una que ni el pasado ni el miedo pudieran borrar.

 

Segunda parte

El eco de los pinceles

 

Aylin no había pintado durante semanas.

Los colores se negaban a mezclarse; los pinceles dormían sobre el caballete como testigos mudos de un silencio que pesaba más que el tiempo.

Desde que Selim volvió, cada trazo parecía una pregunta sin respuesta. La carta de su padre seguía sobre la mesa, arrugada, con las esquinas desgastadas por las lágrimas que nunca quiso dejar caer. Aquella carta lo cambió todo diez años atrás:

“Si vuelves a verlo, perderás más que su amor.”

Su padre lo cumplió. Le cerró puertas, le robó su galería, su independencia, su nombre. Por eso calló. No por miedo, sino por amor… porque creyó que así lo salvaba a él.

Pero ahora, con Selim de regreso, la ciudad había despertado.

Estambul parecía mirarlos a ambos desde sus ventanas mojadas, sus faroles, sus aromas. Todo era recuerdo, y promesa al mismo tiempo.

 

Esa noche, Aylin fue al puente de Gálata. Llevaba una caja de metal oxidado. Dentro, cartas que nunca envió y un anillo sin estrenar.

Selim la encontró allí, bajo la llovizna, con los ojos fijos en el agua.

—¿Pensabas tirarlo todo al mar? —preguntó él, empapado, temblando.

Ella sonrió apenas.

—No. Pensaba empezar de nuevo. Pero quería que el pasado se hundiera antes que nosotros.

Abrió la caja y, sin decir más, dejó caer las cartas. Una a una, se fueron perdiendo entre las olas.

Selim tomó su mano, y por primera vez en años, no hubo palabras que explicaran nada.

Solo silencio, y una certeza: el amor que sobrevive al miedo merece otra oportunidad.

 

Más tarde, en su estudio, Aylin tomó un pincel.

Pintó la silueta de un hombre bajo la lluvia, mirando hacia un horizonte donde la luz se confundía con la niebla.

Era él.

Era ella.

Era lo que el tiempo no logró borrar.

 

Cuando amaneció, Selim dormía en el sofá, y ella lo observaba en silencio, sabiendo que los fantasmas de su pasado ya no podían alcanzarlos.

El eco de los pinceles llenó el aire.

Y, por primera vez, la pintura volvió a tener alma. 

 

 

Tercera parte:

El último retrato

 

El invierno llegó temprano aquel año.

Estambul se cubrió de una niebla blanca que borraba los contornos de los minaretes y volvía el aire espeso, casi irreal. En el pequeño estudio de Aylin, el sonido del reloj se mezclaba con el susurro constante del viento.

Selim observaba el lienzo inacabado. Era el retrato de ambos, aunque ella insistía en llamarlo “El regreso”. Lo había pintado con una delicadeza que dolía: las sombras, los reflejos, el brillo en los ojos de él.

Pero algo faltaba. Siempre faltaba algo.

—¿Por qué no lo terminas? —preguntó Selim, acercándose.

—Porque no sé si el final ya llegó —respondió ella, sin mirarlo

Él entendió entonces lo que ella no podía decir: su padre estaba muriendo.

El hombre que los separó, el que los condenó a diez años de distancia, estaba ahora postrado en una cama, pidiendo verla por última vez.

Selim quiso acompañarla, pero Aylin fue sola.

Esa noche llovía de nuevo —como la primera vez, como todas las veces importantes de su vida.

En el hospital, el padre le tomó la mano con una voz gastada:

—Fui cruel… pero solo quería protegerte del mundo.

—Me protegiste de vivir —dijo ella, sin rencor.

 

Salió al amanecer. El cielo era gris y hermoso. Llevaba consigo un sobre que él le había dejado: la escritura de la antigua galería familiar, la misma que le había arrebatado años atrás.

Días después, Aylin colgó el retrato terminado en la nueva galería que acababan de abrir juntos. Lo tituló “Bajo la lluvia de Estambul”.

La pintura mostraba dos figuras tomadas de la mano, reflejadas en un charco que duplicaba su mundo al revés. En el reflejo, parecían más jóvenes, casi eternos.

Selim se acercó por detrás, apoyó su frente en la de ella y susurró:

—Ahora sí tiene final.

Aylin sonrió.

—No, Selim. Ahora empieza.

Afuera, la lluvia volvió a caer sobre la ciudad.

El sonido era el mismo de hacía diez años, pero esta vez no traía despedidas.

Traía promesas.

FIN

 

Escrito por Jessica Bao Perez.

El lunes, 3 de noviembre de 2025.

En Badalona.

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