UN VERANO EN PONFERRADA
CUENTO BREVE
Mi nombre es Liora, tengo
dieciocho años y siempre he sentido que el mundo tiene mucho por descubrir. Mi
cabello largo y rizado, de un tono castaño oscuro con reflejos dorados, cae
libre sobre mis hombros. Mis ojos son de un verde intenso, llenos de curiosidad
y sueños. Soy una chica soñadora, algo tímida pero apasionada por la historia y
la naturaleza.
Él se llama Unai. Tiene veinte
años, con una estatura imponente y una sonrisa que ilumina cualquier lugar. Su
cabello negro azabache está siempre despeinado, como si acabara de salir de una
aventura. Sus ojos oscuros reflejan inteligencia y una chispa traviesa. Es un
chico apasionado por la música y la fotografía, con un corazón noble y una
mirada que invita a confiar.
El verano en Ponferrada empezó
como cualquier otro: días largos, paseos por el Castillo de los Templarios y
tardes en el río Sil. La ciudad parecía respirar historia y magia en cada
rincón. Una tarde, mientras exploraba las calles empedradas del casco antiguo,
me encontré con Unai sentado en una terraza tocando
su guitarra. La melodía que salía de sus dedos era dulce y melancólica.
Me acerqué tímidamente y le
pregunté qué canción era esa. Él levantó la vista, sonrió con calidez y me
invitó a sentarme junto a él. Desde ese momento, nuestras conversaciones
fluyeron naturalmente: hablamos de música, sueños y miedos. Descubrí que compartíamos
muchas cosas: el amor por la naturaleza, las ganas de vivir intensamente y esa
sensación de que el verano podía ser eterno si lo compartíamos.
Cada día nos encontrábamos en
diferentes lugares: en el parque del Temple, donde Unai me enseñó a tomar fotos
con su vieja cámara; en la plaza Mayor, donde probamos tapas tradicionales; o
simplemente caminando por las calles adornadas con flores. Lo que más me
gustaba de él era su forma de escucharme, su interés genuino por lo que decía y
esa chispa de alegría que tenía cuando lograba hacerme reír.
Con el tiempo, nos dimos cuenta
de lo mucho que nos gustábamos. Una noche, bajo las estrellas en el mirador del
Castillo, Unai tomó mi mano suavemente y me confesó cuánto había significado
este verano para él. Sentí cómo mi corazón latía más fuerte al escuchar sus
palabras sinceras.
Yo también le confesé lo que
sentía: que había encontrado en él no solo un amigo sino alguien especial con
quien quería compartir más que solo aquel verano. Nos miramos a los ojos y
supimos que nuestro vínculo era único.
El verano terminó pero nuestra
historia apenas comenzaba. Nos despedimos con la promesa de volver a
encontrarnos pronto, sabiendo que aquel tiempo compartido había sido solo el
inicio de algo hermoso. Y así fue: meses después, seguimos juntos, recordando
aquel verano mágico en Ponferrada como el comienzo de nuestro gran amor.
FIN
Escrito por Jessica Bao Perez.
El viernes, 30, de mayo
de 2025.
En Badalona.

No hay comentarios:
Publicar un comentario